Ocho largos años transcurrieron desde que el astro del fútbol mundial, el genio que fue capaz de unir a un país entero por única vez en la vida, de reunir en un abrazo eterno a millones de argentinos tuvo su despedida oficial, su partido homenaje. La Bombonera fue testigo y Diego Armando Maradona el homenajeado.
Allí, en el mítico templo en donde miles de fieles teñidos de azul y oro, años atrás supieron gozar con sus gambetas y sus goles, en aquel lugar mágico se vivió durante esa calurosa tarde del 13 de noviembre de 2001, una jornada en donde las lágrimas fueron las protagonistas.
Ese histórico rincón del barrio de La Boca fue el sitio en donde se juntaron estrellas del calibre de Higuita, Bielsa, Verón, Riquelme, Aimar, Ciro Ferrara, Valderrama, Francescoli, Mathaus, Davor Suker y Hristo Stoitchkov entre otros. Todas ellas se juntaron para rendir tributo una vez más al dios de la pelota.
Al Diego lo retiraron una y mil veces, pero siempre se sobrepuso al rencor y la envidia. Pudo haber caído pero siempre logró levantarse. Mismo hoy, se escuchan los ecos de aquellas voces que piden un distanciamiento de su actual función como entrenador del seleccionado nacional. Esas que ante un resultado adverso se hacen más fuertes y numerosas.
Sin embargo, nada de todo esto podrá anular el amor que tiene el pueblo maradoniano para con su ídolo. El calor y el cariño del pueblo genuino, el mismo que aquellas más de 50 mil almas brindaron ese día supera ampliamente a los oportunistas mal intencionados que ahora y siempre abundaron cuando el Diego flaqueó.
La selección derrotó por 6 a 3 al combinado de estrellas. Él marcó 2 goles para el ganador. La fiesta, la magia y la alegría tuvieron su momento cumbre en el instante en que Diego, sobre los hombros de un compañero y con la compañía de sus hijas Dalma y Gianina, recorrió los sectores del estadio mientras la más hermosa melodía de agradecimiento y lealtad bajaba de las gradas.
Federico Ruiz
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